domingo

Diciembre

Un mediodía muy parecido a los otros. La brisa primaveral despeinaba cuidadosamente la cabellera de las almas que merodeaban por aquel parque. Faltaba muy poco para que la libertad reine totalmente y las tensiones se alivien.
Algunos rostros desconocidos reían mientras que los conocidos miraban a su alrededor como esperando algo que nunca parecía llegar.
Mientras el sol de mecía en su máximo esplendor dos ojos levantaban su mirada hacia al frente sin querer, de casualidad mas bien se podría decir, y lo que encontraron quedó registrado en su retina como una fotografía: unas pupilas marrones que la miraban fijamente y la sonrisa más especial que nunca antes había conocido.
Ella nunca supo cuanto tiempo duro esa escena, si segundos, horas, días o quizás años.
Él, que la había descubierto entra la multitud ahí sentada con sus manos apoyadas delicadamente sobre sus rodillas, tuvo la misma sensación.
A pesar de que ninguno de los dos se imaginaba todo lo que pasaría meses después se siguieron mirando como si no existiera nadie más alrededor. Haciendo crecer en sus corazones una llama que, ella estaba segura, tardaría siglos en extinguirse.






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