miércoles

Dosmilnueve:

Creo que no te das una idea de la cantidad de expectativas que había puesto en vos. Yo deseaba recordarte como todos recuerdan su último año de secundaria, lleno de alcohol, salidas, locuras, charlas banales, mucha fiesta y más alcohol y me los trajiste pero de una manera completamente distinta. También llegaste con situaciones que no esperaba: cargado de proyectos, desafíos, experiencias, y sobre todo aprendizaje. Arrasaste con todo y mientras lo hacías viste en alguna parte de mi cuerpo un pedacito de piel rasgada que no dudaste en tomar y empezar a tirar. Y si, por más que me hayas dejado en carne viva pude ver quien estaba debajo de toda esa dermis logrando que descubriera, tenga convicción y sobre todo que esté orgullosa de lo que soy, de lo que quiero ser.

Me cantaste truco, retruco y vale cuatro a las carcajadas las veces que pudiste, obligándome así que aprendiera a jugar y que deje de lado por un rato aquello de ser buena perdedora, aquello de resignarme sin antes haberlo jugado todo. Sí, hiciste que por primera vez no tema a las consecuencias, o al qué dirán y le pusiera todas las fichas a lo que creí que podría obtener ganancias y a lo que sabía que perdería también, por las dudas, con el azar nunca se sabe.

Una mañana de mayo me despertaste y me tomaste de la mano llevándome a la peor de las despedidas que alguna vez había vivido y que hasta el día de hoy me cuesta comprender, pero mientras me secabas las lágrimas dijiste que lo hacías para prepararme para todas las que se venían cuando finalices.

Te reíste de mi tajo en medio de los ojos, por aquella vez que me choque contra la pared, diciéndome te lo dije pero levantándome el mentón para que lo luzca orgullosa como una prueba de la valentía y sobre todo de la locura que puede llegar a haber en mí. Y al oído mientras me dormía susurraste que a pesar de tener la cicatriz y mirármela todos los días en el espejo jamás aprendería a fijarme bien por donde camino. También te escuche decir, bien despacito, que gracias a aquello jamás me olvidaría de vos, aunque creo que pensabas que ya estaba dormida porque me besaste en la frente y te fuiste. Esa noche dormí con la sonrisa más linda de todas, según el mes de junio.

Me presentaste seres que estoy convencida los conocía desde hace muchas vidas atrás y hoy por hoy son el sinónimo mismo de la palabra amistad.

Dejaste que en vos pueda mostrar un poco de mi arte e hiciste sobre todo que creyera en él y que este llena de ganas por aprender a perfeccionarlo sin mirar o escuchar las críticas.

Hiciste que varias máscaras cayeran al suelo y se partieran en dos mostrando los rostros desfigurados y perversos que existían debajo de ellas y ni hablar de los lobos en piel de cordero que convenciste para que golpearan mi puerta, a ver si reconocía quienes en el instante que los dejara cruzar el umbral de mi vida se desnudarían y se abalanzarían sobre mi con el único y exclusivo propósito de dejarme totalmente decapitada yéndose por la puerta de adelante sonriendo con mi cabeza en la mano como si no hubiera pasado nada.

Dosmilnueve, te regalé mi inocencia en todas sus formas y aspectos, por si no te diste cuenta es tuya, hace lo que quieras con ella. También te dejo un pedacito de lo que soy como para que vos tampoco te olvides de mí y te doy las gracias por hacer que este día me mire y no vea otra persona, si no todo lo contrario… me vea a mí.

En secreto, camuflándote de canciones, fuiste preparándome para todo lo que se viene a partir de este momento y es por eso que hoy te puedo decir que este año que llega no empiezo de nuevo, simplemente sigo adelante y recordándote todos los días.


Antonella.

2 comentarios:

Antonella dijo...

Al menos lo tuviste como un desafio. De todas las etapas, algo bueno se saca. Ojalá este 2010 sea mejor, Anto.

Un beso
Y feliz año nuevo!!

Ámbar dijo...

Qué hermoso! Simplemente me encantó... Y creo que no hay lección más valiosa que aprender a quererse uno mismo por lo que es. Parece que 2009 nos samarreó a todos un poquito...
Que empieces el año de lujooo!!!